Salud

Telecirugía y robots quirúrgicos: El nuevo rostro de la medicina ecuatoriana en hospitales públicos y privados

En el Hospital Eugenio Espejo de Quito, el doctor Luis Vázquez se prepara para una operación de vesícula biliar poco común. Con movimientos precisos, manipula los controles de una consola robótica a metros de distancia del paciente, mientras un sistema de cámaras 3D proyecta imágenes ampliadas del campo quirúrgico. Este procedimiento marca un hito: es la primera cirugía robótica completamente realizada en un hospital público ecuatoriano, accesible para pacientes del sistema de salud estatal.

La incursión de Ecuador en la telecirugía y robótica médica ha tenido un crecimiento exponencial. Según datos del Ministerio de Salud Pública, en los últimos tres años se han realizado más de 1,200 intervenciones con asistencia robótica en el país, con una tasa de éxito del 98.7% y una reducción del 60% en tiempos de recuperación postoperatoria. «Lo que antes requería incisiones de 15 a 20 centímetros, ahora se hace a través de orificios de apenas 1 centímetro», explica el cirujano Javier Torres, pionero en estas técnicas.

El robot quirúrgico Da Vinci, valorado en aproximadamente 2 millones de dólares, ha sido la plataforma más implementada en hospitales privados como los de la red Médica Sur y el Hospital Metropolitano. Sin embargo, la verdadera revolución llegó con la adaptación de tecnologías más accesibles. El sistema Versius, de origen británico, con un costo cercano al millón de dólares, ya opera en tres hospitales públicos gracias a un convenio de cooperación internacional. «Cada brazo robótico reproduce con precisión milimétrica los movimientos del cirujano, filtrando hasta el más mínimo temblor», detalla la ingeniera biomédica Daniela Carvajal.

Las ventajas son múltiples: menor pérdida de sangre, reducción significativa del dolor postoperatorio y cicatrices mínimas. Pero quizás el beneficio más importante sea la democratización de la atención especializada. A través de sistemas de telecirugía, expertos en Quito o Guayaquil pueden guiar procedimientos en hospitales provinciales. Recientemente, en Machala, un paciente recibió una compleja cirugía de próstata dirigida remotamente por un urólogo en la capital, con un robot quirúrgico manejado localmente por médicos generales capacitados específicamente para esta tarea.

La formación de profesionales se ha acelerado. La Universidad Católica y la ESPOL han implementado laboratorios de simulación quirúrgica con realidad virtual, donde los residentes pueden practicar hasta 200 procedimientos diferentes antes de enfrentarse a pacientes reales. «La curva de aprendizaje se reduce de años a meses», comenta el docente de medicina Carlos Andrade.

Los retos no son menores. El mantenimiento de esta tecnología requiere especialistas escasos en el país, y cada procedimiento tiene un costo inicial entre un 20% y 30% mayor que la cirugía tradicional. Sin embargo, estudios de costo-beneficio muestran que el ahorro en días de hospitalización y medicamentos compensa esta inversión en el mediano plazo.

El futuro es prometedor. Se están desarrollando prototipos de robots quirúrgicos con inteligencia artificial capaces de reconocer automáticamente estructuras anatómicas y alertar sobre posibles riesgos durante la operación. Mientras tanto, el sistema de salud pública evalúa la creación de dos centros regionales de telecirugía en Cuenca y Manta para 2025.